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domingo, 3 de marzo de 2013

Me acabará llevando el viento.


Siento el pecho vacío,
vacío y pesado,
ya que un ser de pesadilla
encima se halla clavado.
Siento las manos inertes,
inertes y heladas,
como grandes y torpes manojos
de blanca arena mojada.
Siento los ojos secos,
secos y pesados
los párpados que los dejan
en oscuridad ahogados.
Siento la mente dormida,
dormida y embotada,
como una marioneta,
arrodillada ante la espada.

Me acabará llevando el viento,
como se llevó mis fantasías,
mis sílfides y mis ninfas,
para ellas, no queda tiempo...
Me acabará llevando el viento,
como volaron aquellos personajes,
al final de la página
del libro abierto.

Me acabará llevando el viento,
como se pierden mis palabras,
mientras se yerguen con números,
edificios de cemento...
Me acabará llevando el viento,
como derribó las altas torres,
y los parajes imposibles
que quitaban el aliento.

Me acabará llevando el viento,
según estranguláis mi sueños
con cadenas, y con ellos,
mis ideales de cuento...
Me acabará llevando el viento,
y solo resistirá la realidad
de tan absurdos cálculos
como único fundamento.

Me acabará llevando el viento,
y será éste un mundo maniatado
al que infierno no llamo
porque en vuestro yermo sentir no arde
ya pasión o llama alguna...

JC

viernes, 1 de marzo de 2013

Tiempos duros para la poesía.

Son tiempos duros para la poesía.
Muchos son los que con recelo la miran.
Otros, la odian sin sentarse a sentirla,
apelan que es un sin sentido;
una vana pérdida de tiempo.
Cierran los ojos y no se dan cuenta
que en muchas se hallan sus sentimientos.
¡Qué desgracia! ya no hay cabida
a antiguos versos, pasadas líricas.



Jack