Siento
el pecho vacío,
vacío
y pesado,
ya
que un ser de pesadilla
encima
se halla clavado.
Siento
las manos inertes,
inertes
y heladas,
como
grandes y torpes manojos
de blanca arena mojada.
Siento los ojos secos,
secos y pesados
los párpados que los
dejan
en oscuridad ahogados.
Siento la mente dormida,
dormida y embotada,
como una marioneta,
arrodillada ante la
espada.
Me acabará llevando el
viento,
como se llevó mis
fantasías,
mis sílfides y mis
ninfas,
para ellas, no queda
tiempo...
Me acabará llevando el
viento,
como volaron aquellos
personajes,
al final de la página
del libro abierto.
Me acabará llevando el
viento,
como se pierden mis
palabras,
mientras se yerguen con
números,
edificios de cemento...
Me acabará llevando el
viento,
como
derribó las altas torres,
y
los parajes imposibles
que
quitaban el aliento.
Me
acabará llevando el viento,
según
estranguláis mi sueños
con
cadenas, y con ellos,
mis
ideales de cuento...
Me
acabará llevando el viento,
y
solo resistirá la realidad
de
tan absurdos cálculos
como
único fundamento.
Me
acabará llevando el viento,
y
será éste un mundo maniatado
al
que infierno no llamo
porque
en vuestro yermo sentir no arde
ya
pasión o llama alguna...
JC