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lunes, 5 de enero de 2015

Pide un deseo.

Nuestros caminos son los mismos que la cruzada de las gotas al resbalar en el cristal. El sacrificio ciego de más de su mitad por una estela de agua condensada. El aroma de las flores que admiramos no es más que un pedazo ya desprendido de sus pétalos, partículas condenadas a perder contra la gravedad. La lluvia es nube que muere y se estrella contra el suelo, no sin antes llevarse todos los demás naufragios. Y el buitre más grande de los cielos se llama noche; y le encanta alimentarse de la luz.

La vida no es vida sino pérdida, desde el primer momento. Desde la primera estrella que se quemó a sí misma para poder decir “mira qué bonita soy”. Para vivir, hay que matarse lentamente, esa es la regla más dura de la vida que, cómo no, no es regla sin contradicción. Y a cambio de esta fecha de caducidad solo nos da una cosa: el sentimiento de haber sido gota, y lluvia, y flor, y estrella... De ser la nota que tarde o temprano dejará de vibrar en la fibra de sus cuerdas, pero que sabe que, sin ella, no hay música.

JC