Desde la otra habitación, escucho
el eco del agua de la ducha,
el estallido de las gotas contra el mármol
y tu respiración,
que empaña la mampara.
Los sonidos me dibujan un mapa
de la pose de tu cuerpo, a cada instante,
del movimiento camuflado por el agua
y de tu exhalación,
que libre, roza las cuerdas vocales.
En la otra habitación, el mundo
ha disecado las pieles de los cuerpos;
solo yo sé que en el tuyo
corre un río por dentro.
Con la paciencia fingida por un loco
espero el fin del cuadro:
Tu silencio.
Emerges. De tu secreto, me entregas solo
un beso seco con la boca cerrada.
JC