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lunes, 3 de diciembre de 2018

Mis medias rotas.

Tengo libros dejados a la mitad;
un cajón repleto de bombillas;
y espejos demasiado pequeños
como para mirarme.
Tengo candados sin su llave,
tengo arena guardada en botellitas,
y tengo algunas películas
que veo una, y otra, y otra vez...
Tengo cartas que no he respondido,
y macetas sin planta,
y vitrinas que no exponen nada,
y medallas en cajas de zapatos.
Tengo poemas sin terminar,
versos desemparejados,
y mis medias rotas
esperando en el armario.
Tengo una sombra que persigo yo,
y tengo una voz que canta
solo si le da la gana.

Y a veces te tengo a ti,
como a todas estas cosas.


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domingo, 4 de noviembre de 2018

Desde el principio

                     Cómo tener un hijo,
cómo explicar de nuevo
adónde se va el sol cuando dormimos,
por qué hay que esperar para comer
cuando se tiene hambre;
que hay que cambiar la postura
cada vez que se tengan pesadillas.

Cómo funcionan los relojes,
cuál es ese pasado
que aparece en las películas
en forma de mansiones y vestidos.

Por qué se besan los mayores.

De dónde viene la gasolina
que mueve nuestros coches,
cómo evitar un calambre;
por qué el dinero
no es un papel que pueda dibujarse.

De dónde vienen los niños,
peor... Adónde nos iremos
cuando tengamos que irnos.

              Cómo no tener un hijo,
cómo no empezar a contar todo

desde el principio.

                                     JC


lunes, 2 de julio de 2018

Mi mansión


Toda casa abandonada sabe
que la han abandonado.
Primero se desviste,
hace que se levante
el papel de pared, enseña
sus cimientos dañados.
Desconcha el color verde
de las contraventanas,
se rompen los cristales,
las humedades corroen
su esqueleto de metal
y el sótano se inunda.
Se vence el tejado,
cae casi con paz,
y el ático parece
una azotea del siglo pasado.

En el dormitorio,
crece un árbol antiguo.

Las casas saben cuándo
su dueño no regresará
y entonces se vuelven
más bellas que nunca.
Me gusta visitarlas:
Tirar puertas abajo,
llevarme espejos rotos,
hurgar en los armarios,
oler las camisas
de posibles amantes,
acostarme en la cama
cubierta de polvo.

Mi cuerpo también sabe
que lo han abandonado
y yo solo escucho
cómo se transforma.


JC


domingo, 10 de junio de 2018

Pronto, tarde, pronto...


Han quitado el nombre a los lugares.

Yo espero en una playa sin orillas. Si apoyo la cara contra la arena seca, puedo escuchar el lamento de la tierra; la nostalgia del agua. La luna llama, pero no hay mareas. En su lugar, el viento: pronto, tarde, pronto, tarde...

Nada significa nada.

Contemplo la llanura. Puedo estar aquí, allí, ayer, mañana. Me veo a mí misma despertando en el monte; y estoy sola.

He olvidado dónde quedaban los campos de amapolas. Me consuela llevar un vestido. Me miro en los cristales de una galería. Las paredes estaban forradas de papel, por debajo, alguien ha escrito.

No sé leer.

Yo espero en la cama donde me contaban historias. Extiendo el pelo sobre la almohada, para que lo acaricien. Huele a bosque, y me quedo dormida.

Cuando llega la noche, solo he vivido un día. Cuando llega el dia, espero hasta la noche.

No es el mundo: yo he perdido los nombres.



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sábado, 3 de marzo de 2018

Cada veintiocho noches.


Tengo el cuerpo cubierto de ti;
dibujo con mis manos
la sombra de tus manos;
me apoyo en el hueco imaginario
de tu hombro.

Mi cuerpo, bello y blanco,
tremendamente inútil,
despierta a los vecinos con sollozos
cuando la luna termina de llenarse;
pregunta por el tuyo.

De qué sirven estas formas,
esta armonía de líneas y extensiones,
este derroche bochornoso de recursos;
si no ha podido contenerte,
si no te ha enamorado suficiente.