Busca en este blog

jueves, 21 de noviembre de 2013

Eres tú.


Vivimos con una bestia dentro de nosotros mismos.

Parecemos tan templados, tan fríos, tan elegantes, tan recatados, tan razonables, tan estables; y es irónico, estando sujetos como marionetas por las zarpas de un animal. Latidos, los débiles ronquidos de este ser que duerme, que duerme tanto como para hacer que nos permitamos el lujo de pensar que ya no existe, que ha decrecido, que es un cachorrito recién nacido.

No importa cuán larga parezca la noche, no es noche sin alba que acabe con ella.

No te esperas que despierte, pero ocurre. Y sus uñas desgarran de arriba abajo el guión que tenías hecho de ti mismo, dejándolo hecho jirones; carga contra los cimientos de tus razones hasta hacer de ellos escombros entre las lágrimas; levanta en su carrera la arena que te araña la garganta; derrumba las bóvedas que ordenan los pasillos de tu alma.

Escucha cómo ruge, cómo salta, cómo araña, cómo duele, cómo lucha empujando tus costillas para salir de lo más profundo de ti.



Siéntela.


¿No es maravillosa?

JC

sábado, 9 de noviembre de 2013

Mentes abandonadas.

Es como cuando vas a una casa abandonada. Es obvio que hasta que tú entras, está solitaria esperando que la habiten. Pero cuando pasas es diferente. A medida que vas accediendo por cada habitación las llenas morbosamente con fantasmas, monstruos,  y demás historias que la pueblan y que en su mayoría no han existido.

Lo mismo pasa con las mentes muchas veces. Después de tanta soledad, al habitarse se van poblando de monstruos, monstruos que en realidad no existen. Pero no por ello son menos fieros.



Jack.