Hay una forma de huir sin marcharse.
Es un camino en un punto, refractado
entre los segundos. Serpentea por debajo de las manos cuando las
dejamos adormilarse; buscan el tacto de las sábanas, de la hierba,
se caen entre las minúsculas cuerdas que las componen. Primero
tienes que dejar que la noche nos llene la boca de metáforas y que
titilen las luces de los coches. No recuerdes las confesiones de
madrugada; esas no están para invocarse.
Deja que se alargue la deshora, que
languidezcan las palabras y se mueran los colores. Déjate enfriar, olvida tu nombre, que yo lo sostengo. Busca el silencio hasta
que sientas el polvo bajar por las esquinas y en tu pecho retumbe el
secreto de una catedral. Teme el abandono de tu cuerpo. La oscuridad
da miedo; deja que te ronde.
Si abres los ojos antes de tiempo, no
te besará.
Aguanta la respiración lenta del
Universo, lee en sus labios la promesa lejana de los bosques.
Contingencia. No comprendemos los hilos del paisaje, nos movemos por
el tiempo que los cose.
JC
Hermoso poema, me gustan mucho los tres últimos versos. La musicalidad y el ritmo surgen de forma natural sin resabios de erudito. Quizá un poco hermético, el uso de las formas personales me confunde un poco,no llego a captar del todo lo que quieres transmitir.
ResponderEliminar